lunes, 30 de abril de 2012

CULTURAS ORIGINARIAS DE CHILE

El territorio entre la cordillera y el mar, el desierto y los hielos australes, constituía un área cuyo clima permitió la existencia de una variada flora y fauna, las que fueron aprovechadas por los diversos grupos de cazadores-recolectores, llegando a modificar el ambiente y sobrevivir en él. Las bandas de cazadores siguieron hacia el sur, hasta la Patagonia, en busca de alimentos y tierra, dejando a cada paso la evidencia inequívoca de haber permanecido allí. Estos nómades pronto encontrarían, ya fuese en fiordos o archipiélagos, el lugar ideal donde comenzar a vivir en comunidad.


El indígena en Chile, a la llegada de los españoles.
Cuando Almagro terminaba su calamitoso viaje y llegaba a lo que hoy es Chile , había conjuntos de bandas nómades en algunas regiones, como los changos, que se desplazaban por las costas del norte, los pehuenche, en el centro sur, y, en el extremo sur, los onas (selk'nam), los yaganes (yámana) y los alacalufes (kaweshqar). Como grupos más sedentarios se encontraban los diaguitas y atacameños en el norte, los mapuche, en el centro sur y los cuncos y chonos, entre Chiloé y el Canal Beagle.

· Los atacameños: una cultura misteriosa.
San Pedro III o atacameños, como los llamaban los españoles, es una cultura de gran nivel intelectual, sus edificaciones y terrazas de riego dan muestra de ello. Sometidos a una autoridad central fuerte y con un incremento poblacional constante, se dieron al afán de ganar más tierras para las faenas agrícolas. La invasión incaica, primero, y la hispana después, marcó el fin de una población que tomó lo mejor de la influencia Tiahuanaco. De sus costumbres, creencias religiosas y desarrollo poco se sabe, a pesar de que fueron conocidos por los cronistas.


· Los Diaguitas, de probable origen trasandino, los Diaguitas. Estos grupos, al igual que otros anteriores, elaboraron dos tipos de tiestos: uno rústico y otro pintado con figuras geométricas en rojo, negro y blanco, los que eran utilizados sólo en ocasiones ceremoniales. Sus formas eran de ollas, pucos, vasos y los característicos jarros zapatos y jarros patos. En un comienzo, ninguno de estos jarros se pintaba, pues servían para cocer los alimentos. Luego el jarro pato se comenzó a pintar.
Como agricultores cultivaron los mismos productos que los otros pueblos del área: maíz, teca, porotos, etc. La caza de aves, roedores y animales mayores también fue parte de su alimentación. Al principio sus casas eran hechas de materiales vegetales, pero en su esplendor los poblados eran levantados con pircas y murallas de barro. Los utensilios cotidianos como las puntas de flechas, boleadoras , raspadoras, cuchillos y morteros se elaboraban en piedra. Con cobre y bronce fabricaron aros, brazaletes, anillos, pinzas y punzones.
Los ritos funerarios.
Las sepulturas eran el testimonio de la creencia en una vida posterior a la muerte. En un comienzo, eran simples piedras grandes que rodeaban al cadáver.
En una etapa de transición ya se construían nichos excavados donde se colocaba al difunto, el cual era cubierto por dos bloques de piedras inclinados. A estos verdaderos ataúdes de piedra, los incas les llamaban "cistas".
Normalmente, junto al cadaver del hombre, iban utensilios y en algunos casos la esposa del muerto; la que era obligada a seguirlo en su futura vida.
Su organización política.
Se estima que su organización sociopolítica tenía una jefatura dual. Cada valle se dividía en dos: un sector costero y otro alto, correspondiente al curso superior de los ríos. Cada sector estaba gobernado por un jefe, el cual, al parecer, poseía privilegios y autoridad mayor, aunque los asuntos más importantes estaban sometidos a una asamblea compuesta por todos los hombres que estuviesen en condiciones de llevar las armas.
Su decadencia y desaparición.
Si bien es cierto, estos grupos tenían un nivel cultural inferior al de los grandes imperios (incas y aztecas); estaban, a la llegada de los españoles, a un paso previo de convertirse en un grupo compacto. Hacia 1450, estas tribus nortinas tenían un excedente de producción y sus ciudades poseían un concepto urbanístico similar en su origen a las de Perú y México. Sólo faltó la fuerza uniformadora que los homogenizara. Los incas pudieron haberlo sido, pero detuvieron el proceso y lo sometieron en función del imperio.
La población en números.
Antes de la invasión inca es difícil precisar el número de habitantes diaguitas. Sí es claro, por las condiciones ambientales, que la población, en general, era escasa. Los cronistas y luego los estudiosos han calculado que la cifra podría bordear los veinticinco mil habitantes en lo que hoy es Copiapó y Choapa. La dificultad de Valdivia para encontrar indios que lo acompañasen en su expedición hacia el sur avala lo anterior.


· Los Changos:
En toda la costa del norte, entre Arica y Coquimbo, habitaban grupos de pescadores, denominados changos por los españoles. Hacia el 4000 a.C. las caletas del litoral eran recorridas por bandas se nutrían de los productos marinos obtenidos de la pesca y la marisquería, dejando grandes acumulaciones de conchales , "hombres de los conchales" o cultura del anzuelo de concha. Los changos navegaban en las cercanías de la costa para realizar la pesca y cazar lobos marinos, utilizando arpones de cobre.
Por ser diestros navegantes sus embarcaciones debían reunir ciertas características. Estas eran fabricadas con dos cueros de lobos marinos, cosidos con tripas secas de llamas. Las uniones eran calafateadas (tapadas) con sustancias impermeables, dejando en cada uno un pequeño agujero con una tripa para inflar los cueros, según se necesitase. Una tabla de buenas proporciones se instalaba al medio, y remos de paletas completaban la embarcación. Las actividades más importantes que realizaban en ellas era la caza y pesca.
Los changos creían en otra vida y por eso enterraban a sus muertos con sus instrumentos de pesca y caza, los que debían serles útiles en su nueva existencia. Esto hace suponer que tenían creencias religiosas de gran arraigo.

· Los Picunches:
Hacia el siglo XI de nuestra era, podría señalarse la aparición de una economía agrario-pastoril, en el valle central. El problema de la alimentación en esta zona fue retrasado, principalmente, por la actividad de la recolección, producto de la intensa vegetación y la abundancia de agua. Las tribus se adaptaron rápidamente al ambiente ecológico imperante. La más conocida era la de los picunche, hombres del norte, que en nada se diferenciaban a sus vecinos del sur, los mapuche. Su territorio se extendía desde el río Choapa hasta el Itata.
Socialmente estaban divididos en grupos de alrededor de trescientas personas. Elegían a un cacique , con designación hereditaria, que los gobernaba en forma independiente y autónoma de los otros grupos. Tenían derechos privativos sobre la tierra que cultivaban. Sin embargo, los bosques y tierras de pastoreo eran comunes, al igual que los trabajos cotidianos. No obstante, en ocasiones especiales se invitaba a otros grupos a trabajar la tierra, retribuyéndoles en comida y bebidas lo que culminaba en una fiesta. Este sistema era conocido como el "mingaco ".
Las tribus picunche diferían de las del norte pues no necesitaban de una autoridad central para emprender construcciones de gran envergadura. Estas tribus, debido a los recursos a su disposición, no tenían el problema demográfico de las del norte. La familia, constituida por un padre con sus esposas y los hijos con su cónyuges, podía alcanzar a un número cercano a las treinta personas. La estructura de la familia era patriarcal y la autoridad la heredaba el hijo mayor.
Estaban divididos en dos grupos sociales. En el primero estaba el lonko y los chamanes los que, sin embargo, no presentaban una jefatura organizada principalmente porque el sistema agrícola no impuso la presencia de una burocracia para dirigir las tareas del grupo. El otro sector estaba destinado, pero no sometido, al mandato de los jefes, al trabajo de la tierra, la caza y la pesca.
Las técnicas de la agricultura.
Para satisfacer las necesidades de riego para sus tierras, cavaban canales, y con un palo puntiagudo, llamado coa, sembraban las semillas. Cultivaban maíz, teca, calabazas, ají, maní, todos traídos del norte, con excepción, quizá de la papa. Obtenían la carne del cuy , los guanacos y las llamas. Además de estas últimas, obtenían sus pelos para hilados. Asimismo, intercambiaban pescados y mariscos por carne con sus vecinos de la costa, los changos.
La cultura.
En la zona central existía una homegeneidad cultural entre las tribus. Enterraban los muertos bajo túmulos, poseían unas piedras horadadas enmangadas principalmente utilizadas en la agricultura. Tallaban pequeñas cavidades en bloques de piedra conocidas como tacitas, cuya función de morteros o en ceremonias aún es debatida. Su idioma fue el mapuche (mapudungu) al igual que el de sus vecinos del sur: huilliche, pehuenche y mapuche.
La dominación incaica, fue fácil y la resistencia escasa, por ser los picunche menos belicosos que los huilliche y mapuche. Las transformaciones sociopolíticas que sufrieron no fueron tan radicales como las de otros pueblos. Gobernaron, al parecer, con los mismos caciques locales, convirtiéndolos en parte de la nobleza incaica. Los incas trasladaron, como era costumbre, un grupo de colonos –los mitimaes– hasta la zona conquistada influenciando, de cierta manera, a los pueblos a los que llegaban, lo que se reflejó en las tumbas con elementos propios de la civilización inca.

Las tribus del sur.
Hubo grandes diferencias entre las bandasy las tribus, fundamentalmente, porque la selva de bosques se opuso, como una gran barrera natural al desarrollo de un intercambio cultural y comercial.
No se sabe cuando las tribus adoptaron la agricultura. Sin embargo, como elemento uniformador todas tenían una lengua común y elementos culturales similares, aunque con matices. De estos grupos, los más importantes son los mapuche.

· Los Mapuches:
(gente de la tierra) ocupaban la zona comprendida entre el río Itata y el Toltén. Los españoles los llamaron araucanos, quizá por una deformacion de la voz, ragco, agua de greda, que finalmente Alonso de Ercilla consagró en La Araucana. Algunos estudiosos señalan como su origen probable la pampa argentina y penetraron como una cuña entre los picunche (del norte) y los huilliche (del sur), haciéndose sedentarios y arraigándose en el territorio.

Acerca del número de mapuche que había a la llegada de los conquistadores españoles, la crónica; de Jerónimo de Bibar y la relación de Valdivia, entre otras fuentes, nos habla de que en el valle de Aconcagua había cerca de veinte mil habitantes. Entre el Mapocho y el Maule, alrededor de ciento veinticinco mil, y entre el río Itata y el Toltén, se contaba más de trescientos mil indígenas. Estas cifras, en resumen, permiten suponer que la población mapuche bien podría sobrepasar los cuatrocientos cincuenta mil individuos a mediados del siglo XVI.
El físico de los mapuche es descrito como pequeños de estatura (1,60 metros como máximo), pero poseedores de una gran fuerza física. Su rostro tiene rasgos similares a los asiáticos, su cabello es negro y grueso, lampiños de cara. Sus espaldas son anchas y robustas.
La alimentación mapuche radicaba especialmente en el consumo de una gran cantidad de vegetales. Cultivaban el maíz, los frejoles, las papas, el madi, el ají y cereales como la quinoa y la teca. Además, poseían pequeños rebaños de llamas, de las cuales sacaban carne, leche y lana. Cazaban guanacos, huemules, pumas y zorros con el arco y la flecha. Los que residían en la costa pescaban, utilizando arpones, anzuelos y redes.
Los trabajos del campo, en general, eran realizado por las mujeres, salvo los que requerían de una fuerza mayor. El mingaco se utilizaba entre los mapuche para realizar trabajos comunitarios. El instrumento utilizado para labrar era una especie de pala de madera y un palo de tres puntas donde se colocaba una piedra horadada, que era la que abría la tierra y permitía la colocación de la semilla. La rotación de los campos fue el método agrícola que se utilizó, lo que impidió que se definiera la propiedad particular ni aldeas completamente determinadas.
Con la madera los mapuche fabricaban utensilios como bateas, platos y jarros. Con las fibras que obtenían de los vegetales hacían cuerdas, cestos y redes para la pesca. Con la arcilla, abundante en la zona, hacían platos, jarros y ollas. El oro y el cobre, así como la plata, es probable que la obtuvieran de los pueblos del norte; sin embargo, su utilización era escasa, modelando, a golpe, adornos y también puntas para flechas y lanzas.
Las familias se agrupaban por vinculaciones de sangre, formando un levo o rehue. Este podía llegar a contar con más de mil personas, ocupando un territorio determinado. Cada levo lo componían, como se ha dicho, descendientes de un antepasado común, el cual habría hecho pacto con un elemento de la naturaleza o un animal, del que provenía su apellido, conservándolo toda su familia. Cada levo elegía a su lonko , generalmente, las personas más ricas y prestigiosas, llamados ulmen.
Entre los mapuche existía la poligamia. Cada hombre poseía tantas mujeres como podía pagar y alimentar. La mujer en la sociedad mapuche tenía un valor económico, lo cual la hacía más importante. La primera elegida era la que tenía un rango de privilegio con respecto a las demás. El casamiento se hacía a través de la simulación de un rapto, le seguía una ceremonia religiosa y fiesta. El novio cancelaba al padre de la novia su valor, que consistía en: animales, utensilios, frutas y licor.
La mujer tiene gran importancia entre los mapuche. A pesar de ser una sociedad poligámica es, a su vez, matriarcal. La primera mujer es la verdadera jefa del hogar y las demás le reconocen la autoridad. Asimismo, su hijo mayor será el heredero de la fortuna del padre. En la unendomo , que así se llama en mapuche a la primera mujer, se reconoce la viudez, no así en las demás esposas del difunto, que pasan a ser parte de la herencia del primogénito, y si faltase éste, la propiedad recae en el hermano mayor del extinto. La mujer mapuche tiene entre sus manos el desarrollo agrícola y artesanal de su pueblo.
Si bien los mapuche son reconocidos como una cultura ágrafa, poseían un lenguaje, el mapudungu, muy rico. Su vida transcurría por el reconocimiento de las estaciones climáticas. A las mujeres cuando cumplían doce años y los hombres catorce, los iniciaban en el conocimiento de sus antepasados y en las normas de conducta. A los hombres se les comenzaba a entrenar con ejercicios físicos y en la utilización de las armas, del mismo modo que en los conocimientos básicos del lenguaje que deberían seguir aprendiendo durante el resto de su vida.
La cerámica era de formas sencillas, y cuando poseía diseños pintados, éstos eran también de gran sencillez. Como producto del contacto con los españoles se intensificó el empleo de cerámica utilitaria doméstica. Su elaboración estaba en manos de las mujeres, igual que la mayoría de los utensilios que se usaban cotidianamente.
Al igual que sus vecinos del norte, los mapuche, vivían en rucas construidas de madera, barro y ramas, de forma rectangular y ovalada. Generalmente estas rucas tenían dos pequeños espacios abiertos, ubicados en los extremos de la cumbrera del techo, por los cuales salía el humo de una fogata que siempre mantenían encendida. En el interior, las rucas tenían compartimentos para cada una de las esposas y sus hijos. Como camas utilizaban algunos troncos para poner la cabeza y cueros y mantas en las que se acostaban.
El desarrollo económico y comercial del pueblo mapuche era sumamente primitivo. Con los pueblos de la costa intercambiaban pescados y mariscos por armas y tejidos. La llama constituía una "moneda" esencial.
La mujer cumplía un papel importante en la economía, pues era la mano de obra que se dedicaba a las labores del hogar y a las del campo. Por ello, el hecho de tener varias mujeres era muestra de status y de riqueza.
Los hombres vestían una especie de sayo sin capota ni mangas, semejante al chamanto utilizaban, además, la chiripá, una especie de entrepiernas que ataban a la cintura. Las mujeres usaban una túnica larga que cubría todo el cuerpo, llamada quipan (Küpan), una especie de paño de tejido fino que envolvía su cuerpo pasando bajo las axilas. Los adornos eran diversos y antes de la llegada de los españoles solían ser de piedra, pero su diversificación aumentó hacia el siglo XIX.
El valor de los mapuche, exaltado aún más por los españoles, es unos de los sellos más característicos de su cultura. Celosos de sus tierras y de su honor, defendían lo suyo con la misma fiereza con que ejecutaban las venganzas, producto de las muertes que creían que venían desde otros levos. El jefe de la familia o lonko, debía dirigir los ataques en contra de quienes resultaran culpables de robo o eran los supuestos responsables de la muerte de algún miembro de su grupo familiar.
Cuando los enemigos eran muy superiores, como lo fueron los incas y los españoles, los mapuche se reunían en torno a un líder militar, el toqui, quien permanencía en el cargo hasta que el peligro desaparecía. La amenaza daba origen a los vutalmapus, que en definitiva era una organización superior a los levos, con fines militares, que también desaparecía una vez pasado el peligro. El toqui, para alertar a los diversos vutalmapus, mandaba a un emisario con una flecha y un quipú, que ellos denominaban pron, donde se señalaba el día en que comenzaría la guerra.
Las armas evolucionaron muy rápidamente. En la batalla de Reinohuelén contra Almagro, en 1536, los mapuche utilizaron arcos y flechas. Más tarde, lanzas y pircas cortas. Además, con las espadas arrebatadas a los españoles hicieron puntas metálicas para las flechas. Al mismo tiempo, usaban la macana , un palo de luma de dos metros de largo y ancho en la punta al cual se le añadía un tablón para hacer más fuerte el golpe. Utilizaban, también, las hondas boleadoras, las que junto con las flechas caían sobre el contrario, con mortíferos resultados.
Lo más probable es que entre los mapuche no hubiera una planificación rigurosa para enfrentar a sus enemigos. Sin embargo, los cronistas señalan que su ataque a pesar de ser desordenado y estar acompañado de un griterio infernal, tenía cierta lógica, puesto que se realizaba a través de flancos móviles y de falanges que envolvían al contrario. Como no conocían las cabalgaduras terminaban sus combates con una pelea cuerpo a cuerpo. A los enemigos más valientes les arrancaban el corazón y se lo comían creyentes que de esa forma les transmitirían su valor.
La vida espiritual de los mapuche fue entendida por los conquistadores como una mezcla de magia y supertición. Su religión era de carácter animista, creían en seres superiores a los cuales ofrendaban y pedían para tenerlos de su parte. Creían en un dios llamado Pillán , que dependiendo de las localidades cambiaba su denominación y sus atributos. Su poder era total sobre el hombre y la naturaleza, sin embargo, no era visto como un dios castigador. Los (o las) machis eran quienes realizaban las ceremonias de relación entre la comunidad y las divinidades llamadas nguillatún.
Al difunto le lloraban sus deudos, además de plañideras profesionales. Ataviado con sus mejores prendas era encerrado en un ataúd de madera en forma de piragua , que se colocaba sobre un montículo de tierra, en el cementerio de la familia. El alimento debía ser abundante, así como la chicha , pues el viaje que debía emprender era largo. El espíritu del muerto se dirigía a un lugar sagrado situado en la cumbre de los volcanes, en las nubes o más allá del mar, donde debería seguir una vida muy similar a la que había tenido en la tierra. Los mejores podían convertirse en Pillán .
Las machis eran mujeres u hombres que vestían como mujer. Poseedores de un don otorgado por el Pillán y transmitido por sus antepasados. Su objetivo era benéfico por lo general, a pesar de su figura a veces torva y fea. Espantaba a los huecuvus o espíritus malignos, los que atormentaban a la gente con enfermedades y todo tipo de desgracias. Para esto realizaban una ceremonia, el machitún, en la que se señalaba el o los responsables de la enfermedad o del maleficio. Si era otro mapuche, éste era ajusticiado por mano de los dolientes del difunto, si el enfermo llegaba a morir.
La música se practicaba en forma individual o en grupos. Los instrumentos más típicos eran la trutruca, un palo largo de caña que asemejaba a un gran corno del cual salía un sonido potente; el kultrún , un tamborcillo utilizado por la machi en sus ceremonias al cual se le golpeaba con un palo envuelto en lana; además de cuernos, silbatos, flautas y otros semejantes.
El más popular de los juegos que practicaban los mapuche era la chueca o palín, en el que dos equipos se enfrentaban con la finalidad de disputar una pelota de madera, utilizando sendos palos encorvados en la punta. El número de jugadores era relativo, ya que podía ser hasta de veinte por cada lado. El juego se convertía en una verdadera batalla, la que se apaciguaba, al final, con una fiesta donde la comida y la bebida abundaba. La cancha llegaba a tener más de dos cuadras de largo por cinco metros de ancho.
Sus entretenciones: el Awarkude. También conocido como el juego de las habas.
Alonso de Ovalle, confirma en Histórica Relación del Reino de Chile la práctica de este juego entre los mapuche. En lo esencial, consistía en lanzar por el aire una cantidad de habas previamente coloreadas (por uno de sus lados) y apostar al número de habas que caería al suelo por el lado coloreado. Quien acertara el número preciso era declarado el vencedor.
La magia era parte de la sociedad mapuche. Las machis utilizaban sus poderes con un fin beneficioso. Sus facultades, de magia e hipnotismo, eran respetadas por todos. Sin embargo, los brujos dañinos también existían. Estos eran llamados calcu (Kalku), quienes no reparaban en dañar a través de la magia negra. Se reunían de noche en lugares secretos, como subterráneos o cavernas. Los mapuche tenían al canelo como objeto de veneración al cual le rendían culto en sus ceremonias religiosas.

-Los Huilliches : 
Restos arqueológicos del 600 d.C. aproximadamente, encontrados en Pitren y Huitag (cerca del lago Calafquén), han confirmado que el área de asentamiento de este pueblo no sólo abarcaba la zona costera del sur del río Tolten.
Se diferenciaban del resto de su etnia por su lengua, que era una variedad dialectal de la que se hablaba desde el río Choapa hasta Chiloé. Compartían la misma cultura mapuche y desarrollaban la agricultura como base económica, sin embargo, su actividad principal era la pesca.

La sociedad huilliche se divide en levosHotwordStyle=BookDefault; similares a los mapuche. A pesar de estar distante de la gente de su propia etnia, cuando se sintieron amenazados por los españoles se aliaron con sus vecinos de más al norte para enfrentar al conquistador español.
Eran pescadores y agricultores. En la costa de la isla de Chiloé los huilliche cultivaron la papa, el maíz y la quinoaHotwordStyle=BookDefault; , criaban llamas que les proporcionaban lana y carne. Se dedicaron a pescar y mariscar, actividades que dominaban tanto en el mar como en los lagos. Usaban canoas llamadas dalca, hechas de tres tablas cosidas con lianas, las que empleaban también los grupos que se encontraban de Maullín al sur.


· Los Pehuenches
Los pehuenche eran un pueblo nómade que habitaban el sector comprendido entre la laguna Laja y el río Biobío. Su base alimenticia y económica estaba (y está) ligada a los bosques de araucarias y su fruto: el piñónHotwordStyle=BookDefault; . La recolección del fruto debía efectuarse una vez finalizado el verano, antes que cayesen y las bandas de loros choroy se percatasen de ello. El nomadismo de los pehuenche era una especie de transhumancia en un territorio fijo que ellos consideraban como privativo. Es muy probable que se acercasen a la agricultura cuando llegaron los españoles.
Eran nómades y recolectaban el piñónHotwordStyle=BookDefault; de ahí su denominación (gente del piñón), pero, además, completaban su alimentación con otras semillas y con la caza de guanacos y otros animales menores. Sus armas principales eran las flechas y las boleadorasHotwordStyle=BookDefault; . Tenían intercambios comerciales con otros grupos de los cuales conseguían las mujeres. Sus movimientos estaban determinados por las estaciones del año, los movimientos de los animales, especialmente, los guanacos y la maduración de los frutos.

· Los Chiquillanes.
Habitantes de los altos valles centrales de la cordillera de Los Andes, entre los 33º y 34º de latitud sur, se ubicaban al norte de los pehuenche. Al igual que ellos eran nómades y cazadores, especialmente del guanaco. Al comienzo, los españoles los ligaban a los puelche, pero hacia el siglo XVIII, son identificados como parte de la cordillera oriental, del lado argentino y los chiquillanes, la banda occidental. Comerciaban con la sal que sacaban de las lagunas cordilleranas. Se enfrentaban en sangrientas luchas contra otros grupos como los poyas y pehuenche.

· Los Puelches.
Este era un grupo indígena que habitaba los altos cordilleranos orientales, al sur de los pehuenche. Su patrón de vida nómade es el mismo que poseían los chiquillanes y los tehuelche, de los cuales eran vecinos. Su sustento principal fue la caza del guanaco y la recolección del piñónHotwordStyle=BookDefault; .


· Los Tehuelches.
Indígenas pampeanos que habitaban el extremo sur de la Patagonia continental, en la región comprendida entre el Estrecho de Magallanes, la costa atlántica y la precordillera. Los tehuelche tienen la vida nómade de sus vecinos, los puelche y los poyas. La caza del guanaco y el ñandú (choike) es su base alimenticia. Sus armas eran las boleadorasHotwordStyle=BookDefault; , los arcos y flechas, hondas y lanza. Se agrupaban en tribus de treinta a cuarenta individuos. Sus viviendas eran construidas de ramas y pieles de guanacos.

· Los Poyas.
Grupo perteneciente a la rama tehuelche que habitaban al sur del lago Nahuelhuapi, pero que en sus correrías alcanzaban las costas de donde se proveían de productos de mar. Su presencia en ChileHotwordStyle=BookDefault; fue muy limitada.

Los Onas: Los hombres en la Tierra del Fuego.
Los onas se diferenciaban de otros grupos fueguinos por la autodenominación Selk'nam o "los que somos iguales". La llegada de las primeras migraciones a Tierra del Fuego, limítase a unos 7000 años A.C., cuando la isla era parte del continente, esto podría ser comprobado con el hecho de que los selk'nam no eran navegantes. La caza del guanaco, era parte esencial de su dieta, lo mismo que la recolección de mariscos y huevos de aves marinas, de las riberas.
Por su condición de nómades, los selk'nam llevaban consigo su habitación. Esta consistía en un armazón de árboles nuevos arreglados en forma cónica, cubierta de ramas y pieles. Levantaban, en sus campamentos de caza y con el fin de mantener vivo el fuego, cortavientos simples formados de pieles de guanacos cosidas y pintadas de rojo, sujetas al suelo por dos grandes estacas. Los niños eran cargados en la espalda por sus padres en cunas de palos y piel de guanacos.
El vestuario, tanto del hombre como de la mujer, consistía en una capa de piel de guanaco con el pelo hacia afuera, el hombre llevaba enrollada alrededor de la frente una honda, también confeccionada con piel de guanaco.
ara cazar utilizaban el arco y la flecha con punta de piedra, y la honda. Para pescar se valían de redes y para cazar pájaros, de trampas hechas con barbas de ballenas. Sus instrumentos de trabajo eran cuchillos y leznas hechos de huesos.

· Los Alacalufes.
Esta denominación es errónea, pues en rigor es la de Kaweskar, lo que significa "hombres que llevan una piel". Poblaron las islas Guayaneco hasta la isla Madre de Dios, aunque su área de influencia era mucho mayor llegando como límite norte hasta la bahía de San Gregorio, y al sur hasta la isla Dawson, en el Estrecho de Magallanes. Constituyeron junto con yaganes y onas los llamados"fueguinos". Al parecer, nunca formaron un grupo muy numeroso, alcanzando, quizá, una cifra cercana a los tres mil individuos.
Su modo de vida.
El medio de transporte utilizado por los kaweskar era, únicamente, la canoa, que podía ser de tablas amarradas con cordeles hechas de corteza y la de corteza con nervadura de varillas vegetales. Pescaban y cazaban todo tipo de fauna marina. Los animales marinos mayores los cazaban con arpones con puntas de hueso. En la caza terrestre usaban lanzas con puntas de madera endurecida a fuego, o bien de piedra. También pescaban con jaulas hechas de varillas y con redes de fibra vegetal. Un instrumento distintivo, era el cuchillo de concha para abrir mariscos.

· Los Cuncos.
Los cuncos poblaron la región continental entre río Bueno y el canal de Chacao, extendiéndose hasta Chiloé, mezclándose allí con los chonos. Los cuncos son la base indígena de lo que más tarde sería el chilote original. Llevaron a la isla el cultivo de la papa, el maíz y la quinoaHotwordStyle=BookDefault; . Aprovecharon la piel de las llamas, de las que tenían pequeños rebaños, para hilar y tejer su vestimenta. Utilizaban la canoa de tablas cosidas para navegar. Para cazar, usaban la estólica. Vivían en casas de madera.

· Los Chonos.
Se autodenominaban payos. Es muy probable que fueran los primeros habitantes del archipiélago de Chiloé que, replegados por la presión de los cuncos, se desplazaron hacia el sur. Su perfil nómade varió con el contacto de los cuncos, de quienes aprendieron el cultivo de la papa y el pastoreo de la llama. A principios del siglo XVIII se extinguieron por la mezcla con los cuncos y alacalufes.

· Los Yaganes o Yámanas.
Indígenas canoeros, los más australes de los grupos fueguinos. Poblaban las islas que se extienden entre el Canal Beagle y el Cabo de Hornos. A pesar de haber cerca de cinco grupos distintos, con lenguaje diferente, todos pertenecían a la misma rama. Su medio de transporte era la canoa de corteza en forma de luna nueva, aligerada a veces con una piel de foca a modo de vela y una especie de timón. La vivienda yagán era muy ligera: consistía en un varillaje armado, cubierto de ramas, pasto, corteza o piel de foca, el piso ahondado ligeramente y la entrada mirando hacia el mar.
La unidad familiar era monogámica. La bandaHotwordStyle=BookDefault; sólo se hacía sentir como unidad social durante las ceremonias de iniciación, en alguna cacería o pesca de importancia, y en el reparto de alguna ballena ocasionalmente varada en la playa. Cada grupo tenía su territorio bien delimitado, a pesar de ser nómades. Antes de la llegada de los españoles pudieron haber alcanzado a dos mil quinientos individuos. A fines de este siglo desaparecieron todos los yaganes.
Usaban arcos y flechas, además de dardos cuya finalidad variaba dependiendo de si se pescaba o cazaba. Poseían una lanza especial con punta de hueso que servía para la caza de ballenas y focas. Para cazar cormoranes, aves australes, se había ideado una trampa-anzuelo, que consistía en tres puntas de madera con carne ensartada.
A pesar del frío, el viento y la nieve, los canoeros no cubrían su espalda y en ocasiones dormían a la intemperie, sobre la nieve, todos apiñados. Para evitar el frío e impermeabilizarse se untaban la piel con aceite de lobo marino. No tenían premura del tiempo, no había conservación de los alimentos y siempre se estaba en una permanente lucha por sobrevivir.

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